viernes, 22 de octubre de 2010

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

Siglo XXI -Trauma social, violencia y adolescencia

 

IMAGENES DE ADOLESCENTES Y EL ARTE

ADOLESCENCIA DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICOGENETICO






Para Kurt Lewin, importante psicólogo alemán, que pasó los últimos años de su vida en Estados Unidos, la adolescencia está determinada por el carácter marginal o posición intermedia que ocupa el sujeto en relación con quienes le rodean. Ya no pertenece al mundo infantil, pero tampoco ha alcanzado el estatus de adulto. Esta situación genera contradicciones y conductas extremas: el adolescente por momentos es tímido, otras agresivo, tiende a emitir juicios absolutos y todas estas conductas son, en primer término, consecuencia de su marcada inseguridad.

Lewin al igual que Freud no estableció diferencias entre adolescencia y juventud como etapas del
desarrollo de la personalidad, cada una del las cuales posee sus regularidades específicas. Valoró la contribución de lo social en tanto entorno inmediato que rodea al sujeto, sin tener en cuenta otras determinantes más generales de las peculiaridades propias de esta etapa, como son el origen social, la situación económica y la época histórica, por sólo mencionar algunas.



Otro autor, que en nuestra opinión puede enmarcarse en el enfoque sociogenético, es el norteamericano Robert E. Grinder . En su libro titulado “Adolescencia” (1990) parte del concepto de socialización, entendido como ajuste que emprenden los individuos en sus interrelaciones personales para distinguirse unos de otros y adaptarse a la estructura social. La socialización para esta autor es efectiva cuando el sujeto asimila las expectativas sociales, desarrolla de forma habilidosa comportamientos apropiados al rol y hace un uso eficiente de los recursos del sistema social, a fin de lograr las metas propuestas.

Para Grinder en estas etapas el sujeto desarrolla estilos de vida y a través del aprendizaje de roles
adquiere las aptitudes necesarias para su futura vida adulta. Este proceso resulta posible por el creciente número de relaciones interpersonales que establecen los adolescentes y jóvenes, dentro de un ambiente cada vez más amplio, con personas de determinada significación.



Piaget establece tres etapas del desarrollo intelectual: el estadio de la inteligencia sensorio motriz de 0 a 2 años, el de la inteligencia operatorio concreta, que abarca de 2 a 11 ó 12 años y que se subvivide en dos importantes subestadios, de 2 a 7 años el denominado subestadio del pensamiento preoperatorio y de 7 a 11 ó 12 años el subestadio del pensamiento operatorio, aún concreto. Este carácter operatorio del pensamiento se alcanza, según Piaget, alrededor de los 7 años, con la aparición de la noción de conservación de sustancia, como acción mental interiorizada y reversible, aún cuando no se halla logrado la coordinación de los distintos tipos de reversibilidad en el pensamiento.

Por último, encontramos el estadio de la inteligencia operatorio formal, que abarca de 11 ó 12 a 14 ó 15 años, momento en el que el surgimiento de la estructura lógica denominada grupo INRC, marca la posibilidad de operar en el plano mental y coordinar a este nivel los distintos tipos de reversibilidades.

El nivel superior de desarrollo intelectual, según el autor surge en la adolescencia y se consolida en la juventud. A partir de los 11 ó 12 años comienzan a producirse importantes transformaciones en los procesos intelectuales y aparece el pensamiento operatorio formal, de carácter hipotético deductivo, que se refleja en el interés del adolescente y del joven por las teorías generales y la elaboración de juicios sobre la política, la filosofía y el sentido de la vida.




Por su parte L. Kohlberg, seguidor de Piaget, distinguió tres etapas del desarrollo moral desde una
posición intelectualista, ya que a juicio de este autor, el tránsito de un nivel de desarrollo de los juicios morales a otro, depende del desarrollo intelectual alcanzado por el sujeto.

Siguiendo esa orientación afirma la existencia, en las edades tempranas, de un nivel “premoral” donde las normas y juicios morales aún son algo externo, incomprensible o difícil de conceptualizar por parte del niño. Posteriormente, y gracias a la aparición de la inteligencia operatorio concreta, surge el nivel de la “moral convencional”, donde el juicio moral se vincula con la búsqueda de la aprobación o evitación de la desaprobación y el castigo. Este nivel de regulación moral es típico, en opinión de Kohlberg, de la adolescencia, mientras el nivel superior, llamado el de los “principios autoaceptados” aparece en la juventud, período del desarrollo donde gracias a la consolidación del pensamiento operatorio formal, surgido a finales de la adolescencia, se logra la autodeterminación moral.

SIGMUND FREUD Y LA ADOLESCENCIA



Sigmund Freud (1953) consideraba la etapa genital de la maduración sexual como el principio fundamental de la adolescencia. Ésta es un redespertar de los impulsos sexuales de la etapa málica, la cual ahora se orienta por canales aprobados socialmente: relaciones heterosexuales con personas ajenas a la familia. Debido a los cambios fisiológicos de la maduración sexual, los adolescentes ya no reprimen su sexualidad como lo hacían durante la etapa de patencia en la niñez media. Sus necesidades biológicas hacen esto imposible. Típicamente atraviesan por una etapa homosexual, lo cual puede manifestarse en rendir culto, como si fuera héroe, a un adulto, o en una estrecha relación de camaradería, precursora de relaciones maduras con personas del otro sexo. Antes que esto se logre, las personas jóvenes tienen que sentirse a sí mismas libres de dependencia en relación con sus progenitores.

Para Freud la adolescencia se corresponde con la etapa genital, que se extiende de los 12 a los 15 años aproximadamente, período en que tras una etapa de latencia en la edad escolar, durante la cual la sexualidad dejó de ejercer sus presiones momentáneamente, se renueva la lucha entre el ello y el yo, ya que los cambios biológicos, reducidos en este caso fundamentalmente a la maduración sexual, vuelven a poner en el centro de atención del individuo su sexualidad. La periodización del desarrollo propuesta por este autor culmina en esta etapa, por lo que no se caracteriza la juventud.

Para los psicoanalistas la adolescencia es un momento de “sturm und drang”; es decir de “ímpetu y borrasca”, cuya causa primordial es el conflicto sexual (Blum, citado por R. E. Grinder). De esta causa se derivan características tales como: sentimientos de aislamiento, ansiedad y confusión, unidas a una intensa exploración personal, que conduce paulatinamente a la definición del sí mismo y al logro de la identidad; también la inconsistencia en la actuación, pues unas veces luchan contra sus instintos, otras los aceptan; aman y aborrecen en la misma medida a sus padres; se rebelan y se someten; tratan de imitar y a la vez, quieren ser independientes. Según Freud (citado por R. E. Grinder), el adolescente es más idealista, generoso, amante del arte y altruista que lo que será jamás en lo adelante, pero a la vez es egocéntrico y calculador.

martes, 19 de octubre de 2010

OTRAS PERSPECTIVAS TEORICAS SOBRE ADOLESCENCIA


Anna Freud (1946) consideraba los años adolescentes como más importantes para la relación del carácter, haciendo más hincapié en este aspecto del que establecía su padre. Los cambios glandulares que producen los cambios fisiológicos también afectan el funcionamiento psicológico. La libido, energía básica que abastece el impulso sexual, vuelve a despertarse y amenaza el equilibrio id-ego, mantenido durante los años de latencia. Los conflictos resultantes causan ansiedad, así como posibles temores y síntomas neuróticos, que ponen de manifiesto defensas de represión, negación y desplazamiento. Para evitar ser abrumados por impulsos , los adolescentes emplean mecanismos de defensa del ego, tales como intelectualización (transformación de sus preceptos en pensamiento abstracto) y ascetismo (autonegación).



Eric Erikson (1950,1965,1968) identificó la adolescencia como una crisis de identidad en oposición a confusión de papel. El rápido crecimiento del cuerpo y la nueva maduración genital evidencian ante los jóvenes su inminente adultez, y los hacen interrogarse acerca de sus papeles en la sociedad adulta. La tarea más importante de la adolescencia es descubrir “Quién soy yo”. Un aspecto significativo de esta búsqueda de identidad es la decisión por parte de los jóvenes de seguir una carrera.




Adelson(1979) llama la atención acerca de la imagen que tantas personas tienen del joven turbulento “típico”, debido a la tendencia por parte de los investigadores a centrar su atención en una pequeña proporción de la población adolescente. Como resultado, tenemos una desproporcionada cantidad de información sobre las clases mas altas y mas bajas, pero muy poco acerca de los jóvenes de clase media baja. Los investigadores también han estudiado los problemas de personas emocionalmente alteradas, ateas o excéntricamente religiosas, así como políticamente alineadas. Sobre los estudiantes universitarios sabemos mas sobre aquellos que estudian letras y ciencias sociales, pero muy poco acerca de los dedicados, al estudio de otras ciencias, la tecnología y los negocios. Nuestro conocimiento del desarrollo adolescente es en gran parte un conocimiento del desarrollo de adolescentes masculinos, prácticamente sin ninguna relacion con la manera en que las niñas se convierten en mujeres adultas. Como resultado de tales brechas, en forma sorprendente podemos decir que sabemos poco acerca de los jóvenes normales. Aun mas; de lo que sabemos por estos estudios que se han centrado en jóvenes “comunes”, Adelson (1979).



G.Stanley Hall (1916) sostenía que los factores fisiológicos genéticamente determinados producen reacciones psicológicas. Hall consideraba la adolescencia un periodo de “tormenta e impulso”, un periodo de vacilación y emociones contradictorias.



Margaret Mead(1961) estudio la adolescencia en otras culturas y encontró que la que se da en la sociedad occidental no es un fenómeno universal. Cuando una cultura establece una transición serena y gradual de la niñez a la edad adulta, como sucede en Samoa, se produce una fácil aceptación de la edad adulta. Las sociedades que permiten a los niños darse cuenta de la actividad sexual adulta, ver nacer a los bebes, familiarizarse con la muerte, hacer trabajos necesarios, ejercitarse en comportamientos asertivos y dominantes, comprometerse en juegos sexuales y conocer con precisión lo que implicaran sus papeles adultos, están bastante libres de las tensiones adolescentes.

En sus estudios de muchachos adolescentes del Medio Oeste, Offer(1969) encontró poca agitación o caos. Hallo un alto nivel de riñas relacionadas con aspectos relativamente poco importante entre jóvenes de 12 a 14 anos y sus progenitores. En un reciente estudio de seguimiento de estos mismos muchachos, realizado ocho anos después, Offer y Offer(1974) vieron la posibilidad de distribuir a la mayor parte de ellos en grupos. Casi uno de cada cuatro hacia parte del grupo de crecimiento continuo, tales jóvenes eran felices, tenían un auto-imagen realista y revelaban pocas señales de crisis o agitación. Mas de un tercio se adecuaba al grupo de crecimiento agitado, de jóvenes razonablemente bien ajustados que tenían alguna dificultad para enfrentar traumas inesperados y con frecuencia regresaban a comportamientos mas inmaduros o se disgustaban en tiempos difíciles. Menos de un adolescente entre cinco, sin embargo, se adecuaba al cuadro clásico del crecimiento tumultuoso.

PERSPECTIVAS TEORICAS SOBRE LA ADOLESCENCIA


Ahora hablaremos de diversas perspectivas teóricas sobre la adolescencia.

Sigmund Freud (1953) consideraba la etapa genital de la maduración sexual como el principio fundamental de la adolescencia. Ésta es un redespertar de los impulsos sexuales de la etapa málica, la cual ahora se orienta por canales aprobados socialmente: relaciones heterosexuales con personas ajenas a la familia. Debido a los cambios fisiológicos de la maduración sexual, los adolescentes ya no reprimen su sexualidad como lo hacían durante la etapa  la niñez media. Sus necesidades biológicas hacen esto imposible. Típicamente atraviesan por una etapa homosexual, lo cual puede manifestarse en rendir culto, como si fuera héroe, a un adulto, o en una estrecha relación de camaradería, precursora de relaciones maduras con personas del otro sexo. Antes que esto se logre, las personas jóvenes tienen que sentirse a sí mismas libres de dependencia en relación con sus progenitores.